Infinita lengua
que abarca ingenuidades
y lastima la boca deseosa
enreda los dedos
en el soplo húmedo
de mi instinto carnal.
En esta danza de pasos cruzados
la dicha y la algarabía taconean.
En este reino trivial
donde príncipes de
movimientos dispersos
cabalgan las tardes
naranjacuriosas
en caballos fuertes
agotados y sin piernas.
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