Una llave.
El borde del vestido
de una gran damita porteña.
Un laburo a medias.
Un ojo o dos.
La máscara de una hondonada
que de la nada tuvo rostro
para crear, soy.
El lunfardo inquieto y
desprolijo.
Una calle de Buenos aires
atada a la mano.
Arenapino.
El Mate.
Un che negro.
Acá no hay fondos, hermano,
no tengo otros
ni huecos, ni fantasmas
y aunque no se crea
no soy, no tengo,
no pido y acá me excuso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario